Alberto's Hilarium

O volframio

En estos tiempos que las inyecciones de libertad en terceros países ricos en recursos naturales vuelven a estar en el foco, lo mismo conviene recordar que la palabra “geopolítica” no tiene mucho más significado que “tabla periódica de los elementos”. Y cómo nos ha afectado en el pasado reciente.

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No hace demasiado, hice un hilo sobre los hermanos Elhuyar, conocidos por haber aislado el elemento 74 de la tabla periódica por primera vez: El wolframio.

Al que diga tungsteno le parto los dientes. Una vez hemos dejado las cosas claras, podemos empezar.

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El wolframio tiene un punto de fusión extraordinario. El más alto de los metales de la tabla: 3.410ºC. Unos pocos grados por encima de la temperatura mínima de Córdoba ayer. A su vez, tiene una densidad muy alta también, gracias a la estructura BCC de sus átomos.

Estas propiedades físicas le confieren unas propiedades mecánicas igualmente sobresalientes, especialmente si hablamos de dureza, lo que hace que sus aplicaciones estén diseminadas por todo el campo tecnológico: Filamentos de bombillas, resistencias para hornos, herramientas, barreras contra la radiación, tubos fluorescentes, soldadura TIG… y un sinfín de aleaciones.

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Huelga decir que el material con mejor resistencia a la abrasión, que además cuenta con una alta densidad, tiene un mundo de aplicaciones en el área militar, también.

Su valor estratégico hace que EEUU guarde una reserva de 6 meses de este material, y la UE lo ha introducido en su lista de materias primas críticas, por nuestra dependencia hacia él, pero también porque peligra nuestro suministro. En 2010 hubo un conflicto por las limitaciones que puso China, por ejemplo.

No hace falta mucha cantidad de wolframio para conferir una dureza superior al acero, pero este ingrediente daba una clara superioridad a la coraza de los Panzers en la Segunda Guerra Mundial, y a sus granadas antitanques, que agujereaban con relativa facilidad los tanques aliados.

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Sólo había un problema: Que en Alemania no hay wolframio. El principal productor entonces, al igual que ahora era China (85% de la producción mundial actual).

Los nazis compraban el mineral a los chinos (y en menor medida a India y Birmania), y lo transportaban por vía marítima o mediante el ferrocarril transiberiano a través de la URSS.

Sin embargo, el 22 de junio de 1941 dio comienzo la Operación Barbarroja: Hitler atacaba a la URSS (empujado, también, por la acuciante falta de otra materia prima básica: el petróleo).

Los nazis ya no podían contar con la ruta terrestre, y los mares eran territorio británico. Todo estaba perdido.

Todo? No! Unas pequeñas aldeas pobladas por gallegos tenían, todavía y por un tiempo reservas que explotar. También había en Cáceres, Córdoba, el Bierzo y en la Portugal de Salazar.

Ha llegado la hora de cobrar los favores de la Guerra Civil.

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Así es como se desata la fiebre por este elemento, que verá incrementado su precio de forma exponencial:

Por aquel entonces las leyes prohibían que una compañía estuviera controlada por capital extranjero en más de un 25%, por lo que comienza también un entramado empresarial de nazis, empresas alemanas y testaferros franquistas que se iban a llenar los bolsillos, cuyo mayor exponente será el holding SOFINDUS, creado en 1938.

Pero para ver el origen de este conglomerado hay que viajar 2 años más atrás, porque fue en el Tetuán español, apenas 2 semanas después del golpe fascista, cuando el empresario nazi Johannes Bernhardt fundó la Sociedad Hispano-Marroquí de Transportes (HISMA), una empresa fantasma que como a estas alturas os podéis imaginar por su nombre, sirvió para trasladar el ejército sublevado en avión a la península (la marina había permanecido fiel a la República), al igual que para darle suministros a Franco, y, para exigirle contraprestaciones comerciales: comida y materias primas.

HISMA tenía una hermana alemana, ROWAK, y ambas se unieron en SOFINDUS en 1939.

Para efectuar algunos pagos, los nazis fundían el oro robado en lingotes y lo enviaban a Suiza (país de extremo centro, siempre), dónde se cambiaba por Francos Suizos, que llegaban a España, y que utilizaba para comprar el oro, que llegaba a Canfranc en tren, y era trasladado hasta Madrid en camión.

En los 50 utilizaron ese oro para avalar un préstamo, y acabó en la Reserva Federal de Nueva York.

Los ingresos por el wolframio sirvieron al gobierno de Franco para obtener divisas en el momento más duro de la posguerra.

A Bernhardt le concedieron la nacionalidad en 1946 y residió en España hasta que en 1953 marchó a Argentina. Murió en 1980, en Munich (RFA) sin enfrentarse a la justicia.

SOFINDUS era el buque insignia, pero no el único: Sociedad Anónima de Estudios y Explotaciones Mineras Santa Tecla, Montes de Galicia...

Los alemanes llegaban con el capital, ingenieros, camiones, buques… construían todo cuanto les hacía falta para explotar el mineral negro: Centrales eléctricas, cargaderos… Algunos, hasta fueron reciclados en los 80:

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Los barcos alemanes, cargados en Vigo o Ferrol, eran fuertemente escoltados por los submarinos alemanes. 35 de ellos yacen bajo el agua, fruto de los combates.

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Uno de los aprovechados fue Pedro Barrié de la Maza, que al igual que Ana Botín, heredó un banco por meritocracia pura y dura, el Banco Pastor (Ahora en el grupo Santander, la casualidad).

Financió a los fascistas, lo que le sirvió para que estos le regalaran Electra Popular Coruñesa, después de fusilar a su presidente y que tras una fusión se convertiría en FENOSA. El capital que utilizaron para crecer salió de las minas de Sanfíns, en Lousame. Por cierto, también está involucrado en la falsa compra del Pazo de Meirás. Y le nombraron Conde de Fenosa unos años más tarde.

Algo parecido pasó con las minas de Varilongo en Santa Comba y el capital para la maderera FINSA.

Ante esto, qué hacían las fuerzas aliadas?

Comprar. Comprar a manos llenas. Cuanto más ilegal mejor. Un kg de wolframio que compraban ellos era un kg de wolframio que no usaban los nazis para agujerear sus tanques.

Esto también explica el precio estratosférico del material. Redes de espías de ambos bandos cubrieron Galicia, el Bierzo, León…

Quizás el caso más sonado pueda ser el de Alexander Easton, un escocés que vino a León en 1931 (conocido como el inglés), a buscar un filón de oro sin explotar en las Médulas, que nunca encontró. Pero ya que estaba, se quedó. Durante la guerra y la posguerra dio cobertura, apoyo logístico, escondite, ayuda económica y política… a represaliados, maquis, un grupo de soldados aliados huyendo de la Francia ocupada… incluso llegó a tener un "hospital" clandestino en su casa.

La inteligencia británica lo reclutó para recabar información sobre la producción de las minas, hacer de enlace en comunicaciones y producir mapas que pudieran servir en una eventual operación militar.

El mayor éxito del agente V-300 de la SOE fue tejer una red de contrabando de wolframio para desviar el mineral de las manos de los nazis.

Siguió sirviendo a los distintos movimientos antifascistas aún después del fin de la guerra y de la disolución de su oficina.

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Desgraciadamente, fue descubierto y lo expulsaron del país en 1948. El espía leonés Lorenzo San Miguel Martínez también dirigió una red de agentes vinculada a la inteligencia británica, y que tenía como objetivo los centros productivos de la zona norte, lo que le costó la vida.

El espía leonés Lorenzo San Miguel Martínez también dirigió una red de agentes vinculada a la inteligencia británica, y que tenía como objetivo los centros productivos de la zona norte, lo que le costó la vida.

El golpe definitivo lo dieron los estadounidenses en 1944. Necesitaban cortar el flujo de wolframio a Alemania unos 6 meses antes del Día D. Y al igual que Alemania necesitaba wolframio porque no lo había dentro de sus fronteras, en España no crece el petróleo en los árboles.

Previamente lo había intentando el embajador británico, a quien se le hacía muy difícil negociar por la ambigüedad de Franco, incluso cuando lo amenazaba con una invasión aliada.

Roosevelt cortó el grifo en enero, con la excusa del reconocimiento de Franco al gobierno títere de Filipinas, y para mayo ya habían cesado la venta legal a los nazis, aunque el mineral en ningún momento dejó de fluir.

Oficialmente, llegaron a trabajar 20.000 personas en las minas, pero la minería irregular ganaba con contundencia a la legal.

Cabe decir que la actividad era muy lucrativa, para toda la cadena, desde el patrón hasta el peón. Las poblaciones relacionadas apenas sufrieron las hambrunas de la posguerra, contaban con mayores servicios y vieron sus poblaciones incrementarse, e incluso multiplicarse.

Además las pequeñas cantidades que escondían para venderlas de contrabando daban jugosos sobresueldos.

Ahora, nos guardamos el arcoíris en el bolsillo, y vamos con lo malo:

Los prisioneros republicanos trabajaban en condiciones de esclavitud, hasta la muerte. Algunas minas eran simplemente campos de concentración.

Al separar el cuarzo del wolfram se liberaba arsénico, lo que deterioró la salud de los mineros debido al envenenamiento constante. La enfermedad de la silicosis, que afecta a los pulmones y al sistema respiratorio, avanzaba despacio pero con paso firme.

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Y como en muchas actividades mineras, hemos heredado el problema de las escombreras.

En la foto, algún gilipollas bañándose en el lago tóxico de la mina de Monte Neme, lo que creó polémica hace pocos años:

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Felicidades: Has llegado hasta el final